Volver a creer en el amor. Abenaura González Melián.

Un día como otro cualquiera, fuí a echarle de comer a mi perro. Como de costumbre, lo saqué a la plaza. Yo fuí por mi camino, sin pensar que pudiese haber alguien que me estuviese mirando. Pero, no fue a sí. Había un chico, alto, pelo oscuro, ojos verdes, de piel ni clara ni oscura, normal. Y, a medida que yo caminaba, el se acercaba. Yo no sabía el por qué, ni el como.. Pero, se acercó por detrás, me agarró el brazo izquierdo, y me viró hacía el. Con esa boca tan cálida, me dijo estas palabras tan suaves que nunca olvidaré:
-Buenas tardes princesa, no sabía que existían chicas tan hermosas como tú.
+Hola ..-Reí-.Pues, yo no me consideraba una de ellas, ya vez tú.
-Deberías -Me miraba fijamente a la boca, no me quitaba la vista, y hasta que soltó otras palabras-. Me llamo Gabriel, vivo en Barcelona.
+Yo... -dije-. Me llamo Abenaura, pues yo vivo aquí en frente.
-Ya veo -dijo sin más-.
Los dos no sabíamos que decir, pues, solo con la mirada podíamos decirnos todo.
Nos quedamos un rato quietos, sin hablar. La verdad, es que la primera impresión que me lleve de Gabriel, fue muy buena. Era un chico a simple vista, que por dentro, parecía muy simpático. (Por lo menos lo que me dio haber en esos momentos, no sabía si algo iba a cambiar, para tener que quitar esa opinión de él). Como llevábamos rato callados, decidí hablar para no seguir con ese silencio que me agobiaba.
+Hace muy buen día ¿eh? -dije-.
-La verdad es que sí, me encanta estas vistas que tiene tu pueblo de San roque. Y sobre todo que tengan una buena gente, por que, por lo que veo, la primera persona que me he encontrado, eres tú. Y me pareces de muy buena compañía.
+Bueno, te queda mucho por ver, a si que, no digas mucho. Que te pueden encantar otras personas de aquí. No soy la única, ni lo seré.
-Puede que hayan muchas, pero, me quedo con la primera persona. -dijo, poniéndome la mano sobre el hombro-.
+Oye.. -dije, quitandole la mano sobre mi hombro-. No quiero que pienses, que soy de las que se enamora ya desde el primer día, no sabes cuánto he sufrido en esta vida, con los amores, y la verdad, es que todavía no lo he superado. Pienso, que quizás dentro de un tiempo, cuándo nos conozcamos más, podamos tener algo, pero, por ahora me interesa saber algo más sobre ti.
-Te entiendo, no hace ni 1 hora que nos conocemos y ya he cogido bastante confianza, asique, vale. Vamos a conocernos mejor, y te prometo, que te haré sacar esa tremenda sonrisa, que tienes en la boca.
Después de eso, me acompañó a llevar a mi perro a casa. Seguidamente, nos fuimos a la playa de Agaete, nos sentamos en un banco que había cerca del agua, y ahí estuvimos bastante rato, sentados, haciendo absolutamente una cosa, "MIRARNOS", no sé por qué, pero en su mirada encontraba todo lo que quería ver. Podía ver tantos sentimientos, como por ejemplo: paz, sinceridad, alegría, esperanza...etc. Tantos sentimientos que, me alegraban de poder sentirlos. Podía entender que... estaba bien. Que no se sentía mal por estar así, si no que se sentía agusto, conforme con lo que estaba haciendo. Hasta que al fin dijo:
-¿Sabes? Nunca me podía haber imaginado estar así con una persona, que no tuviera prisa por hacer algo, que quisiera ir... paso a paso. Tener a alguien con quien poder venir a la playa y solamente cruzar esas miradas, y saber que se siente en estos momentos.
Sorprendida por lo que había dicho, no sabía que decir. Solamente se me vio una sonrisa de oreja a oreja.
-No hace falta que digas nada. De verdad, me conformo con poder seguir estando aquí contigo.
+La verdad, es que me sorprenden tus palabras, ya que, nadie me las había dicho así, desde hace varios meses... -sin saber, porqué, bajé la cabeza-.
-Princesa, dime que sientes en estos instantes, como compañero de este sendero que te prometí ser, te escucharé cuando haga falta. No me importa, donde sea, no me importa cuando sea. Lo importante es que ese corazón no sufra más, por qué aunque no me hayas contado nada de lo que te ha pasado, sé que has sufrido mucho, porque se te nota cuando respiras, o cuando hablas. Y sobre todo, cuando miras a alguien.
Sin saber el por qué, me acerqué a él, y... le besé su mejilla derecha. Él, respondió ante eso, abrazándome. Y diciendo unas cortas y breves palabras:
-Nunca estarás sola.






Buenas profesor, este cuento, tiene varias partes, pero como usted dijo, que no fuese muy largo, pues lo hice un poco corto. Me ha dado la inspiración y voy a crear un libro sobre esta historia. Estará en mi blog. Un gran saludo.







No hay comentarios:

Publicar un comentario