Cuento canario inventado. Artemi Betancor Arocha. 2ºE

Cuento canario inventado.

 

Erase una vez un niño aborigen de la isla Tamarán, que se llamaba Bentejuí. Él era un niño de 10 años de edad, muy alegre disfrutaba mucho corriendo por los grandísimos bosques que la isla contenía antaño.

Tenía muchos amigos entre ellos estaban, Doramas, Gumidafe y Adargoma. Solían jugar al escondite entre ellos y en las cuevas donde a veces se escondían las dibujaban con motivos naturales muy llamativos, como cabras corriendo por los barrancos o las grandes puestas de sol que veían desde el Confital.

Una vez mientras estaban pintando una cueva apareció en ella una gran ave de presa con un conejo entre sus garras. Los cuatro niños se quedaron inmóviles viendo como el ave desgarraba a su presa y se alimentaba sin piedad. Cuando el ave terminó de comerse la pieza y se marchó volando otra vez, ellos empezaron a fantasear con la posibilidad de volar y ver las cosas desde el aire. Se lo pasaron muy bien durante todo la tarde, hasta que se hizo la hora de cenar y todos juntos fueron al poblado. Los mayores habían cazado unas cuantas cabras salvajes que se comieron asadas a la luz de las fogatas.

Pasaron unos cuantos años y Bentejuí se había hecho un gran guerrero, tenía la destreza de utilizar el garrote muy bien y siempre en los juegos del pueblo quedaba campeón de la exhibición. A esas exhibiciones iban todas las gentes del pueblo, y entre ellas había una aborigen muy bonita llamada Guacimara. Ella era una chica morena, con los ojos claros y unos cabellos largos del color del carbón. Durante unos meses estuvieron saliendo juntos, hasta que finalmente fueron a vivir juntos a una de las cuevas con mejores vistas de todo el territorio.

Tres años más tarde de haberse marchado a vivir juntos, vinieron unos invasores a la isla, y los jefes de los diferentes poblados se pusieron de acuerdo para combatirlos. Después de intensas batallas por seguir siendo libres Bentejuí, Doramas, Adargoma y Gumidafe salieron victoriosos por las grandes estrategias planteadas en el enfrentamiento.

Finalmente los invasores abandonaron Tamarán derrotados  y ellos volvieron a ser felices con sus mujeres e hijos. La paz volvió a reinar en toda la isla y ellos continuaron con sus cacerías de cabras y a pasar de vez en cuando esas noches en la playa viendo la puesta de sol que tanto les gustaba.

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