Carlos vivía en el campo rodeado de árboles frutales, plantas, hierba... Pero a pesar de eso, no era muy amigo de las verduras, y menos de la fruta. Las veía como alimentos inservibles, que no le traían más que problemas.
Carlos tenía un amigo, David que en gustos no se le parecía nada; siempre desayunaba una manzana, y su postre preferido era la tarta de manzana.
Poco a poco empezó a apreciar más las verduras, aunque sin llegar a comerlas.
A David se le ocurrió una idea para que su amigo las comiera.
Un día con la ayuda de su madre preparó unas galletas de manzana y plátano. Esa misma tarde invitó a Carlos a merendar y le dio las galletas; se llevó una sorpresa, a demás de comérselas le gustaron.
Entonces le contó el secreto. Se lo tomó muy bien, a partir de ahí las vió más como lo que eran.
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