Anabel García Rodas. Gran Canaria

Siempre gano yo




-¡Déjame! Vete a por otro. Dijo Marcos mientas corría.

-Puedes correr pero no esconderte de mi. Dijo riendo el Walacatiki.

Todo esto sucedía en la mente de Marcos mientras él dormía.

El Walacatiki tenía hambre y no hay nada mejor para comer que los sentimientos: la alegría, la tristeza, el miedo... era lo que a él más le gustaba.

Marcos dejo de oír al Walacatiki así que se asomó por un lado del muro en el que estaba escondido.

No vio a esa horrible bestia, así que salió del escondite, y al salir, el Walacatiki apareció delante de el, lo agarró por el cuello y le empezó a succionar todas sus emociones hasta que Marcos quedó vacío por dentro, ya no podía pensar ni sentir nada.

El Walacatiki se río y le dijo: Ahora tú no dudaras en matarte, ya no tienes nada, no puedes sentir... después de decir eso se fue.
Marcos se despertó y se fue directo a la cocina, cogió un cuchillo y se cortó las venas. El Walacatiki tenía razón se terminaría matando, todos lo hacen.

FIN

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