Eran las nueve de la noche y acababa de salir de casa de mi amiga. Me quedaba poco para llegar a casa. Bajé por una cuesta silenciosa, sólo se oían mis pasos y... ¿Los pasos de alguien más? Me paré y me di la vuelta con miedo de qué me podía encontrar. Cuando me giré no vi nada, sólo una farola que se encendía y se apagaba. Me volví a girar y empecé a caminar. De nuevo volví a oír pasos detrás mía. Ahora estaban más cerca de mí. No quise darme la vuelta y aligeré mi paso, pero lo que me seguía no se separaba de mí. Entré en un callejón pensando que tenía alguna salida, pero no, al fondo había un gran muro de ladrillo. Fui a irme de allí, pero aquella persona ya había entrado. Me di la vuelta aún con miedo y pude ver que no era una persona, era un lindo perro que me había seguido.
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