Una palabra amable. Aruma Hernández Navarro.

Era una hermosa mañana de otoño. Yo iba caminando hacia el parque viendo como las hojas caían de los árboles y escuchando el sonido de los pájaros como de costumbre. Al poco de llegar al parque observé como se le escapaba el perro a una señora mayor. Corrí tras él y conseguí alcanzarlo. Se lo llevé a la señora y me dijo – Gracias  jovencita,  sin ti no sé qué podría haber hecho. Como agradecimiento me invitó a tomar un chocolate. Mientras nos dirigíamos hacia la cafetería charlábamos, cuando ella hablaba yo la escuchaba con mucha atención. Me dijo que en esta época los jóvenes éramos muy maleducados e interrumpíamos constantemente, pero que en cambio yo parecía muy simpática. Me agrado mucho escuchar esas palabras tan amables salir de su boca. De ahí nació una amistad que a pesar de nuestra diferencia de edad. Ella me enseñó que siempre hay que tener una palabra amable y ayudar sin pedir nada a cambio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario