Dentro del armario. Eva Pérez Luján. Gran Canaria.

El otro día me encomendaba a salir a caminar por la avenida de la playa, para darle un paseo a mi perrito Chesnuts. Llegamos sobre las 11:00. La zona estaba desierta, pues hacía mucho frío. Aunque aun así, a Chesnuts se le apeteció darse un chapuzón. Bueno, en realidad solo metió una pata y luego… cuando me quise dar cuenta, no estaba. ¡Había desaparecido! Apresuradamente corrí en su busca. Volví a casa, pero no lo encontré. Mi madre llamó a la policía. Subí a mi cuarto para coger un abrigo y marchar de nuevo para seguir buscando. Mientras, mamá me preparaba una tila.    -¿Dónde te habrás metido? ¿Estarás bien?- mi cabeza daba vueltas sin parar. Cuando llegué a la habitación vi que el armario se movía. Lo abrí para coger el abrigo y noté que había algo envuelto. ¡Era Chesnuts! Estaba congelado, por eso salió corriendo. ¡Qué alegría! Entonces le dije a mi madre: -¡Falsa alarma!

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