Alberto Rivero Alemen

El susto y el cachorro

La casa estaba junto a la playa y bastante apartada de cualquier núcleo de población. María estaba muy asustada porque había  oído ruidos en las afueras. Sobre todo desde que las noticias del mediodía había dicho que un recluso muy peligroso  había escapado de la cárcel que estaba considerada la más segura del país.

 

María era muy joven y también muy valiente. Pero esa noticia la tenia inquieta. Se asomo a la ventana y creyó ver una sombra. Se asusto aun más pero no se escondió debajo de la casa. Todo lo contrario se arriesgo a salir a la terraza para averiguar quién podría estar merodeando por su casa.

Salió sigilosamente y cogió un bate de madera que tenía su padre guardado en el trastero. La brisa le golpeo en la cara según abrió la puerta y eso la inquieto un poco. La verdad era que tenía el susto metido en su cuerpo.

Siguió caminando hacia el exterior y descubrió asombrada un pequeño cachorro de perro que movía muy contento su pequeñito rabillo cuando le descubrió.

Lo tomo en sus brazos y el pequeño animal le lameteo su cachete y sus brazos.

Pensó que era muy afortunada por encontrar un nuevo amiguito. De repente, se dio cuenta de que el miedo se había ya esfumado y de que se había olvidado de las malas noticias  de la televisión. Para ella solo existía su cachorro.

 

María se sintió muy feliz y entro en su cas hasta que llego sus padres y les enseño su perro. Sus padres consintieron en que se lo quedaba.

A partir de aquel día. María nunca más tuvo miedo porque tenía a su amigo fiel cuidándola.

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